miércoles, 16 de mayo de 2007

Chileno recibió importante condecoración en Nueva Zelanda


Quizás con sus ojos imaginativos de niño Jorge Sandoval ya vislumbraba su exitoso futuro ligado al deporte cuando se maravillaba observando, desde la Cuesta Caracol de su natal Tomé, a los ciclistas que pasaban cada año por la zona compitiendo en “La Vuelta de Chile”.

Un año detenido en la Isla Quiriquina por la dictadura militar le obligó a emigrar a Nueva Zelanda a mediados de los ‘70 y allí ha vivido más de un cuarto de siglo. Desde Wellington, ha proyectado su actividad, dirigiendo 20 vueltas ciclistas en su país adoptivo, organizando importantes eventos y representando a deportistas, transformándose en uno de los más prestigiosos personajes de la actividad. Hace cinco años recibió otra distinción como Mejor Promotor.


Jorge Sandoval fue distinguido como miembro de la Orden al Mérito de Nueva Zelanda de parte de la Reina Isabel de Inglaterra por su labor deportiva, fundamentalmente dedicada al Ciclismo. La condecoración real fue entregada a Sandoval por el Gobernador
Anand Satyanand y el chileno la recibió ataviado con la típica vestimenta de huaso. “Esta medalla es para todos los chilenos. Por eso es que visto este traje”, dijo.

Recientemente fue nombrado Hijo Ilustre de Tomé, su ciudad natal, y recibió otra distinción de Chiledeportes de la Octava Región.

“Las Manos al Fuego”, la mejor novela negra de los últimos años


José Gai, caricaturista y periodista de vasta trayectoria en medios escritos, entregó su primera novela, “Las Manos al Fuego”. En su debut salió más que airoso. Ya lo había logrado con su refinado y buen sentido del humor en su “Sabor a gol”. Lo mismo con “Ñoñobánez, 20 años de fútbol chileno”. Ahora “despachó” una verdadera joya literaria con una historia apasionante que me leí en dos tandas y evitando toda interrupción. Si la novela es una joya, el último capítulo es una joyaza. Si el libro viniera en blanco, con sólo el capítulo 50 impreso, igual valdría la pena pagar por él.


Sin autorización, pero con el debido respeto, me tomé la libertad de reproducir algunos acápites de la crítica de “El Mercurio” que implacable y rigurosa no trepidó en colmar de elogios a Gai. Aquí van algunos párrafos escogidos:




“Hay que decirlo sin reservas: Las manos al fuego, de José Gai, es la mejor novela negra que se ha escrito en Chile durante mucho tiempo. Compleja, bizantina, bien construida, ambigua, de real calidad literaria - y, en consecuencia, de un estilo que refleja el tono anárquico, poético, a veces subversivo y paranoico de esta clase de ficciones- , la narración es digna heredera de los clásicos norteamericanos que evoca: Highsmith, Chandler, Hammett, Woolrich.”


No es una hazaña menor, sobre todo si consideramos el intrincado argumento, su trasfondo político y el tema de Las manos..., hasta ahora tratado de manera simplista, maniquea. Adrián, el narrador, es un egresado de leyes que trabaja en la oficina de los abogados Ferrer y Gálmez, quienes tramitan casos de derechos humanos como plataforma para escalar posiciones. Dantón Labra, empresario que canaliza dineros del exterior, es secuestrado por la CNI; Ester Alday, la gestora financiera, debe pasar a la clandestinidad, refugiándose en propiedades de la Iglesia. Todo indica que Labra ha sido trasladado a La Serena, de la cual Adrián es oriundo y adonde debe viajar para la investigación y arriesgar su pellejo. Estamos a comienzos de 1983, ante la peor crisis económica de la dictadura y recién se vislumbran señales de oposición al gobierno militar.”


Fiel a sus maestros, Gai deja a muy pocos bien parados, en particular a las damas. En 'Las Manos...' hay tantos giros que incesantemente uno se pregunta quién es quién, con qué cara va a salir en el siguiente capítulo, cuál es su verdadera personalidad. Aparte de los guiños al cine, a cierta música, el autor cita a Balzac, Joyce, Mann, sin pedantería, con total naturalidad”.



lunes, 7 de mayo de 2007

¿Pelé o Maradona?

Aunque para mí no hay ninguna duda en la elección, medios de comunicación, periodistas, dirigentes y aficionados mantienen la discusión acerca de quién ha sido el mejor futbolista de todos los tiempos.

Los tiempos corren más rápido que antaño y así como surgen nuevas figuras en el paisaje futbolístico (soccer para los angloparlantes), éstas desaparecen rápidamente y pocos los recuerdan. Sólo los grandes permanecen con letras de molde grabadas a fuego. Parece ser que las nuevas “leyendas” del balompié deben aderezar su quehacer deportivo con una vida paralela de glamour y farándula para lograr espacios en los medios de comunicación, especialmente en la televisión, el escenario más apetecido por los futbolistas “mediáticos”.

Uno de los deportes favoritos de los medios de comunicación son las encuestas. Algunos editores sienten que han descubierto el lugar exacto de la Atlántida cuando envían a resignados reporteros a hacer una encuesta callejera: “¿Le parece bien que Olivarí y Dueñas se hayan separado?”, “¿Qué piensa de las declaraciones de la Quenita (¿O Kenita?) en Perú? ¿Cree que Ivan Zamorano será un buen entrenador? ¿Cree que van a arreglar los problemas del TranSantiago?, etc.

Sin embargo, uno de los temas favoritos ha sido la eterna pregunta: ¿Quién fue mejor: Pelé o Maradona?

Recuerdo a un periodista maradoniano que, en un famoso programa deportivo de Televisión Nacional de Chile, con el fin de demostrar que Maradona fue mejor que Pelé, recurrió a declaraciones de diferentes figuras del fútbol internacional que alababan las condiciones del Pelusa. El mentado comunicador nunca explicó que la pregunta hecha a esos jugadores –formulada fuera de pantalla, por cierto- no fue “¿Pelé o Maradona?” sino simplemente una opinión acerca del jugador argentino. Las respuestas fueron usadas con un propósito diferente. Ese profesional era profesor de Etica Periodística en una de las casi 40 escuelas que “enseñan” el oficio.

Los partidarios de Diego Armando Maradona argumentan -y no dejan de tener razón- que en los tiempos de Edson Arantes Do Nascimento los defensas marcaban a sus rivales a mayor distancia y existían mayores licencias. "Se dejaba jugar", dicen. Quizás el Mundial de Inglaterra (1966) fue una excepción, ya que al Rey le pegaron hasta lesionarlo. También exponen los fanáticos de El Pibe de Oro que los compañeros que tenía Pelé estaban casi a su altura. Es cierto. Jugar con Garrincha, Vavá, Didí, Roberto Carlos y otras luminarias, era un lujo. Maradona, por su parte, debía muchas veces –como dicen los reporteros deportivos- “echarse el equipo al hombro” y ganar partidos solo.

Esos argumentos son válidos. La distancia entre ambos futbolistas no es tan abismante como quieren hacer creer los partidarios del brasileño, pero dentro de su contraparte, hay una tendencia clara: Quienes declaran que Maradona fue mejor jugador que Pelé son personas pertenecientes a las nuevas generaciones, quienes no vieron al astro de Santos y del Scratch. Las nuevas generaciones no han tenido testimonios fílmicos de Pelé con la misma abundancia que los de Maradona. Tampoco tuvieron la suerte que ostentamos algunos de la Vieja Guardia de haberlos visto en vivo y en directo a ambos.

No obstante todo lo anterior, para mí no hay ninguna duda: Pelé fue mejor que Maradona.

Bastaría poner a los dos frente a frente en forma individual para concluir en que el brasileño fue superior. Sólo dos aspectos: Pelé pateaba bien con ambas piernas, en tanto que a Maradona la derecha no le era muy útil, -aunque también anotó con la diestra-. La segunda razón es el golpe de cabeza: Pelé se elevaba, quedando siempre más tiempo que sus rivales en el punto muerto, a veces le ganaba en el salto a los arqueros, y lograba darle dirección al balón. Maradona se hizo célebre con un gol de cabeza... que anotó con la mano de Dios.

Tampoco hay comparación en la condición atlética de cada uno, así como en lo que los cientistas deportivos llaman “el biotipo”.

Quizás la conclusión sea que es mejor no hacer comparaciones, que hay que disfrutar del espectáculo que dieron y dan los elegidos y no hacerlos entrar en una competencia en la que quizás ellos mismos no desean participar.

Sin embargo, hay algo en lo que Maradona ha superado con creces a Pelé y en eso no creo exista discusión. El argentino se ha jugado por la suerte de sus compañeros de profesión y hasta ha sido calificado como enemigo de la Federación Internacional de Fútbol Asociado. Pelé, por su lado, ha sido condescendiente y parte del sistema que explota y manipula a los futbolistas en pos de mantener el negocio en alto.

jueves, 3 de mayo de 2007

Lápiz Loco -Apuntes Sin Sentido-

Por Oliveto


El Colo está cansado
La presidenta debe estarlo también
No me interesa la “Porotito Verde”
Tampoco el diputado Moreira
¿Adónde fueron a parar los 27 millones Riggs?
La Quenita ahora es peruana…o quizás de Mongolia
¿Qué pasó con el oro?
¿El pisco es peruano o chileno?
¿Y el “Huáscar”?
¿O”Higgins o Carrera?
¿Prieto o Gatica?
¿De Rokha o Neruda?
¿Don Quijote o Sancho?
¿El o yo?
¿El “Pollo” o Buddy Richard?
¿El Everton o el Wanderers?
¿A diestra o siniestra?
¿Bajando pa’ Puerto Aisén?
¡Viva el “Chino” Ríos”!
Iván Zamorano tenía muy buena prensa…hasta el TranSantiago
En Puente Alto pondrán cámaras antidelincuencia. Ahora los “Patos Malos” van a salir en la tele….
Bush tenía razón, pero hace tiempo la perdió
Mi mermelada favorita es la de naranjas
Así es la vida… ¿Cómo será la muerte?
¿Con Dios o (y) el diablo?
¿Aspirina o paracetamol?
¿Lo uno o lo otro?
¿Zamorano o Salas?
¿La Bolocco o la Geisha?
¿Pele o Maradona?
¿Mac o Windows?
¿Blanco o Negro?
¿El Nacional o el Monumental?
¿Blanco o tinto?
¿Efectivo o tarjeta de credito?
¿Bonvallet o Zulma?



Así con la cosa….

Comentario de Cine: 300

Por MIrGRAÑA

Me gusta el cine en general, me interesan tanto las películas más 'densas', que estimulan la reflexión e incluso hasta el autoanálisis, como aquellas que sólo pretenden ser un deleite para los sentidos. 300 es eso último. Visualmente perfecta, violenta -extremadamente, por ello no es recomendable para personas más sensibles-, con un diálogo que en puntos es casi estereotípico pero como tal cumple su función, evidentemente secundaria. No soy familiar con el trabajo de Frank Miller, cuyo comic del mismo nombre es en el que se basó este filme -recién estoy adentrándome en ese mundo, pero comencé por leer a Alan Moore-, pero incluso para mí es evidente que la película está pensada y concebida para rendir honor al género que la inspiró. Todo está filmado en colores mate, casi evocando las texturas del papel.


Si hay o no fidelidad a la historia real es irrelevante. Si quiero saber historia antigua, para eso están los libros o por último The History Channel.
'300' no pretende dar lecciones a nadie y tampoco es, como ciertos grupos han sugerido, una propaganda fascista. Está mucho más cerca de la glorificación de un videojuego -y eso no es una crítica- que de un discurso subliminal sobre la supuesta demonización del Este -por ahí leí que en Irán pusieron el grito en el cielo por el retrato que se hace de los Persas. Una protesta francamente absurda. No son los cineastas ni el público los que no pueden diferenciar realidad de ficción.-


En fin, dejando eso de lado, recomendaría esta película a todo aquel que guste del cine en toda su magnificencia. Es tan bella en su ejecución que hasta una decapitación o un desmembramiento pueden lucir desconcertantemente hermosos. Y aún así, no es una apología de la violencia.
Y en una nota más frívola, una mujer siempre agradece ver un filme donde prácticamente todos los personajes son hombres, y entre ellos, los protagonistas, están escasamente vestidos durante las casi dos horas que dura la película, luciendo un físico digno de guerrero. Jeje.

En resumen: Apta para todo aquel que guste del cine, excepto los autodenominados "profundos", "pensantes" o "intelectuales".


'300'
Título: Frank Miller's 300
Director: Zack Snyder
Actores: Gerard Butler, Lena Headey, Dominic West, David Wenham, Vincent Regan.

http://300themovie.warnerbross.com



martes, 1 de mayo de 2007

Los Despreciables del Mes


Dos personajes de la vida pública chilena se han adjudicado el título de los Despreciables del Mes de Abril 2007.
El primero, sin duda alguna, es el alcalde de Puerto Aisén, Oscar Catalán. Nadie va a discutir que este Gobierno ha cometido una serie de errores que a veces rozan el límite de la incompetencia. Pero nadie tiene derecho a referirse a la Presidenta de Chile de la forma que lo hizo el mentado edil. El “udioso” personaje, amparándose en el dolor de los familiares de las víctimas del desastre natural ocurrido en la zona, se sumó a otros que ha utilizado su partido como elementos útiles para desarrollar críticas de bastante bajo precio. ¿Se acuerdan de aquel alcalde de la comuna de Recoleta, ex boxeador, también perteneciente a la UDI que calificó a Bachelet y Lagos de “Hijos del demonio”?

El segundo ganador es un futbolista profesional (?), Mauricio Pinilla, quien no encontró mejor manera de “calentar” el partido de fútbol más importante del balompié chileno (Universidad de Chile Vs. Colo Colo), burlándose de sus rivales y haciendo una patética parodia de la supuesta mala forma de hablar que caracterizaría a sus rivales. Para coronar su análisis tildó a los actuales campeones de ser inferiores intelectualmente.

Historias del baúl

Víctor Jara, el long grass y el trébol enano

-De cómo le arruiné el prado al cantautor y él, en retribución, me cantó “La Carta” de Violeta Parra.

La memoria falla a la hora de recordar fechas, sitios y nombres, pero es infalible ante los hechos importantes. Y parece ser que aquellos sucesos que de alguna manera marcan nuestras febles existencias cobran trascendencia con el paso de los años.

A fines de la década del 60 y a principios del 70 en Chile la vida caminaba por la calle de la esperanza, la alegría y de un sentimiento, me aventuraría a decir, cercano a la felicidad. La cultura popular estaba al alcance de todos, los libros eran baratos, las canciones llovían, el teatro florecía, los pobres aspiraban a la dignidad, los jóvenes contaban con oportunidades. La mayor parte de Chile sonreía y mostraba los dientes de leche de un Socialismo muy especial, el que debía encaramarse y sostenerse en una estructura política que parecía incompatible con sus postulados de búsqueda de justicia social.

Salíamos a la caza de noticias con aquello, metido a fuego en nuestra conciencia, de que el Periodismo tenía una responsabilidad social, que orientaba a las masas, informaba, ayudaba a formar opinión y entretenía. Era tan amplia nuestra visión y tan numerosas las gratificaciones espirituales hacia nuestro humilde y mal pagado oficio que creo, sin temor a equivocarme, que perdimos lo que algunos editores siúticos llaman "la capacidad de asombro". Un ejemplo que grafica el elevado nivel de nuestro quehacer y al cual, quizás, no le tomábamos el verdadero peso: El encargado de la clase magistral al iniciarse el año académico en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile de Valparaíso (hoy Universidad de Playa Ancha) a principios de 1967, fue Salvador Allende, entonces Presidente del Senado de la República. Todavía guardo en mi archivo la copia de aquel discurso que ahora cobra un valor de tesoro. (Creo que lo publicaré muy pronto)

Quienes reporteábamos el mundo del espectáculo (tan diferente a la hoy llamada farándula en la que abunda la vulgaridad, la superficialidad y la estupidez) nos topábamos casi a diario, y como si nada, con Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa, Carlos Puebla, Víctor Jara, Pablo Milanés, los hermanos Parra, Rolando Alarcón, los nacientes Quilapayún y más tarde Inti Illimani y, en general la flor y nata de la llamada “Nueva Canción”. Era normal y hasta rutinario conversar en forma casi familiar con esos “monstruos” como quien charla con el vecino mientras riega el césped.

De aquellos años rescato una historia de la que al principio me avergonzaba, pero que al correr del tiempo me enorgullece y me ofrece algo importante que contarle a mis hijas.

Hacía mis primeras armas periodísticas en la revista-cancionero “El Musiquero” de propiedad de mi primo Oscar Olivares (integrante del desaparecido dúo Los Perlas) . Aquella publicación, editada y distribuida por la Editorial “Lord Cochrane”, perteneciente al clan Edwards, y que entre otras revistas publicaba “Ritmo”. “Paula” y “Vanidades”, intentaba defender los valores de los artistas populares chilenos frente a la invasión foránea (una suerte de antigua globalización) y trataba de adaptarse a las nuevas corrientes de avanzada sin dejar de lado los gustos menos comprometidos. No era extraño ver compartir la portada en colores a Isabel Parra con Sandro o encontrarse con una entrevista de Tito Fernández y a la siguiente página con otra a “Los Quincheros”.

No recuerdo la fecha exacta, pero mi misión era entrevistar a Víctor Jara en su casa de Las Condes, una vivienda enclavada en el barrio alto, pero modesta, típica de clase media. No fue una tarea difícil. Jara fue muy amable y se explayó acerca de sus orígenes campesinos, de su relación con el Teatro, de sus canciones, de su particular talento para tocar la guitarra y de su sensibilidad artística. Su esposa Joan no participaba. Ella se movía haciendo algunos quehaceres y se mantenía al margen. Estábamos en un patio pequeño, él acariciaba su guitarra y de vez en cuando le arrancaba algunos acordes y notas que parecían tonificar sus conceptos. Fueron dos horas de conversación profunda, pero a la vez amena.

Luego vino el momento de las fotografías. No teníamos en la revista un presupuesto muy alto y era usual que el encargado de tomarlas era el mismo que escribía, es decir, yo. Mientras Víctor Jara cantaba (preparaba un recital en una fábrica que celebraría su aniversario), yo me dedicaba a tomar los mejores ángulos. En un momento, que yo calificaría de fatal y desgraciado, y para lograr una mejor toma, retrocedí sin darme cuenta donde ponía mis zapatos (que eran unos bototos Bata de aquellos que nuestras madres solían llamar “engrasados”). Sentí que me hundía en algo blando y esponjoso. Giré levemente, ya sospechando cual había sido la desgracia, para confirmar que había puesto mis extremidades inferiores en una superficie que los Jara pretendían transformar en un pequeño prado. No sé qué cara puse, como tampoco recuerdo las estúpidas excusas que intentaba articular. El cantautor trataba de minimizar el desastre y fue muy amable, pero cuando de reojo y mirando las consecuencias de mi literal “metida de pata” observaba avergonzado el gesto de Joan (de nacionalidad inglesa), quería borrarme de la escena. Sabido es que los británicos son amantes devotos de los prados y un reportero metiche y torpe había arruinado su proyecto Quizás en ese momento habría valido aquella frase “Trágame tierra”. Lo cierto es que sólo me tragó parcialmente: hasta las rodillas. Los Jara, con mucha clase y delicadeza, intentaron sofocar mi bochorno. Víctor, quizás para mejorar las cosas, se propuso cantar para mí “La Carta” de Violeta Parra, tema que acababa de incluir en su repertorio. Al final de la canción me pidió una opinión sobre su especial interpretacion. No sé si lo hizo con el objetivo de que recuperara mi perdida dignidad, o bien fue una solicitud sincera en una actitud que con humildad demostraba su grandeza..

Con los años recuerdo aquella anécdota con una sonrisa, evocando a Víctor Jara cantando en el pequeño patio de su casa de Las Condes la canción de Violeta Parra. Pero esa sonrisa se transforma en una pena que duele hasta le médula al recordar su absurdo asesinato y de cómo la violencia puede cercenar su talento, sensibilidad artistica y su compromiso social.

Al poco tiempo tuve que dejar la revista “El Musiquero” para dedicarme a otras labores. Mi reemplazante fue mi amigo de la juventud Rafael Manríquez, también periodista y excelente cantautor (la mayor parte de su carrera se ha desarrollado en Estados Unidos). Para él fue puesta en la pauta de trabajo una nueva entrevista a Víctor Jara. El reportaje fue escrito y entregado al editor Carlos Vera. La revista estaba a punto de salir a circulación con Jara en la portada, pero eso nunca aconteció. Esa mañana “La Moneda” fue bombardeada y para Chile cayó la noche negra: 11 de septiembre de 1973.

- Ernesto Olivares Perke